“¿Puede alguien con dislexia asistir a Harvard?”

PorThe Understood Team

En mi primer año como estudiante de doctorado en Harvard fui a cenar con una amiga y su familia. Me preguntaron cómo me había interesado estudiar educación. Respondí diciendo que había sido diagnosticada con cuando tenía siete años de edad.

El padre de mi amiga desconcertado me preguntó, “¡Pero estás en Harvard ¿cómo es posible? No has de ser realmente disléxica!”.

Cuando te diagnostican con dislexia puede haber muchos beneficios. Para mí fue que, finalmente, mis padres entendieron por qué me costaba tanto leer. Me consiguieron ayuda en la escuela. También me beneficié de , como tiempo adicional para los exámenes y un software para convertir texto en voz.

Con la etiqueta fui capaz de comprender más sobre mi propio aprendizaje y aprendí cómo llegar a ser una estudiante exitosa.

Al mismo tiempo, esa etiqueta está asociada al estigma. Este estigma tiene su raíz en la suposición generalizada de que las discapacidades son malas y que si tienes dificultades de aprendizaje y de atención no puedes salir adelante.

Mis padres fueron testigos de este estigma casi de inmediato. Cuando recibieron mi diagnóstico, se les informó que no debían esperar mucho de mí. Se les dijo que no lograría progresar tanto como mis hermanas.

Para mi fortuna, ellos no lo aceptaron como un hecho. Tenían grandes expectativas para mí y me ofrecieron ayuda para desarrollar mi potencial.

A lo largo de mi vida también he experimentado este estigma. En ocasiones, yo misma me lo coloco.

En la escuela media, avergonzada por mis dificultades con la lectura, prefería que las personas pensaran que yo era la “rubia tonta”. Algunos maestros disminuían sus expectativas conmigo simplemente porque les decía que tenía dislexia.

Una vez le dije a un profesor que tenía dislexia. Lo primero que me dijo fue, “bueno, necesitamos asegurarnos que tu trabajo sea realmente tuyo”, como si todo lo que había hecho antes no lo hubiera sido.

A partir de eso logré obtener mi doctorado en Harvard. También co-escribí un libro donde hablo sobre mi dislexia. Pero tan solo hace unos cuantos meses me puse nerviosa al admitir mi dislexia.

Mi esposo y yo recientemente solicitamos el ingreso a un programa Montessori para nuestra hija de dos años de edad, Ellie. En la entrevista nos preguntaron, “¿por qué Montessori?”

Sabía que lo iban a preguntar y había preparado mi respuesta. Yo quería que Ellie asistiera a una escuela Montessori porque sentía que Montessori me había ayudado a salir adelante como disléxica.

Pero, de repente, cuando me hicieron la pregunta me quedé paralizada. Me asaltaron las preocupaciones.

Si digo que soy disléxica, ¿el entrevistador asumirá que la dislexia es mala?

¿Pensarán que Ellie también podría tener dislexia?

¿Pensarán que se les dificultará enseñarle?

¿Y qué pasará si la rechazan por esta causa?

Al final di la respuesta que había planeado. Pero sigo preocupándome sobre las consecuencias de asumir que los chicos con dificultades de aprendizaje y de atención no pueden salir adelante. Para ayudar a más niños a tener éxito, necesitamos cambiar esta creencia sobre lo que pueden hacer y lo que no.

Recientemente, co-escribí un libro con el profesor de Harvard, Thomas Hehir, titulado How Did You Get Here? Students with Disabilities and Their Journeys to Harvard. En este libro narramos las historias de estudiantes con discapacidades, incluyendo la dislexia.

Todos estos estudiantes asistieron a Harvard. Estas historias dan una idea sobre cómo los padres, educadores y escuelas pueden ayudar a que los estudiantes logren sus metas.

Es sobrecogedor cuando les preguntamos a esos estudiantes cómo habían llegado a Harvard, ellos contestaron “mi madre”. Los padres de estos estudiantes no permitieron que suposiciones negativas influenciaran lo que ellos pensaban sobre el potencial de sus hijos. Por fortuna para mí, tampoco la mía.

Cambiar esta suposición negativa sobre el potencial de los estudiantes no será fácil. La sociedad necesitará reconocer que tener una discapacidad no es algo malo y que las personas con dificultades de aprendizaje y de atención pueden ser exitosas.

Requerirá un gran esfuerzo por parte de padres y maestros. Requerirá vencer las barreras en las escuelas que impiden que los niños aprendan. Pero valdrá la pena dar a todos la oportunidad de superarse y aceptar la parte de nosotros que puede ser diferente.

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