Xavier Cooper se prepara para su primera temporada con los Cleveland Browns. Pero continúa siguiendo su propio manual para la vida: Creer en uno mismo. Y él está decidido a llevar este mensaje a los niños con dificultades de aprendizaje y de atención de todas partes.
Después de todo, así es como Cooper logró llegar a la Liga Nacional de Fútbol (NFL, por sus siglas en inglés), afirma. Así fue como salió adelante en la escuela aun cuando tuvo problemas con las exigencias escolares y fuera diagnosticado con dificultades de aprendizaje y con la en octavo grado.
“Todos aprenden de manera diferente, y eso está bien”, dice Cooper. “Es por eso que quiero hablar con los niños en cada oportunidad que tengo”.
Cooper, de 23 años, es un jugador en la línea defensiva y fue reclutado por los Browns en la tercera ronda. Justo ahora está por jugar un partido de pretemporada contra los Chicago Bears, y su familia será parte del público.
Se siente orgulloso de que le falten tan solo ocho créditos para obtener su título universitario (B.A) en Justicia Criminal en Washington State University. Y, después de jugar fútbol profesionalmente, planea ser maestro de bachillerato o director de una escuela.
Pero primero se dirige a su casa en Tacoma, Washington, durante su descanso de verano para retribuir a su comunidad que él dice le dio mucho. En los próximos meses tiene programadas charlas en clubes de niños y niñas, y en programas de fútbol para jóvenes para compartir su historia y hacerle saber a los niños que está bien ser diferente.
“Actualmente todos desean ser alguien que no son. Existe mucha presión de las redes sociales para encajar”, dice. “Pero es importante que los niños con sepan que aunque tengan problemas con algo, han sido bendecidos con muchas otras habilidades”.
Cooper dice que la escuela fue difícil para él, especialmente cuando llegó a octavo grado. “Tenía que leer algo cinco o seis veces antes que pudiera saber lo que decía”, recuerda. “Y tampoco podía escribir al nivel de octavo grado”.
Los padres de Cooper siempre enfatizaron la importancia de la educación con el y sus hermanas mayores. Cuando lo vieron batallar se esforzaron para que recibiera los servicios de que necesitaba. Utilizaron los deportes como una manera mantenerlo interesado en la escuela.
Después de graduarse de bachillerato, Cooper asistió durante un año al colegio comunitario universitario de Tacoma antes de ingresar a la Washington State University. Fue en la universidad donde conoció a su consejera académica, Heather Erwin.
Él le da crédito a ella de haberle ayudado a averiguar cómo administrar su tiempo dentro y fuera del campo de juego. Ella lo ayudó a seleccionar las clases que se ajustaban a la manera en que él aprendía mejor y lo animó a hablar con los profesores cuando necesitaba ayuda adicional.
“Cuando llegué a Washington State University pensé que ya lo había averiguado todo”, dice Cooper. “Pero rápidamente me di cuenta que necesitaba que alguien me ayudara a administrar mi tiempo. Heather ha sido fantástica”.
Cooper también da crédito al haber crecido en una casa con dos padres que lo apoyan a concentrarse en sus metas. Pero él tiene algo que decir para alentar a los que no tienen esta oportunidad.
“Aun cuando no tengan dos padres, tienen que encontrar un mentor o a una persona que se convierta en una influencia positiva en su vida, ya sea un maestro, un entrenador, un vecino o un amigo”.
Ese es el rol que quiere representar para los niños que conoce. “Quiero ser la persona que afecta la vida de otros de manera positiva”, dice. “Quiero empezar una fundación y ayudar a los niños académicamente porque la educación es importante”.
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