Hace varios meses estaba leyendo en Facebook lo que había publicado la mamá de un adolescente que tenía un IEP y cuya escuela la había contactado debido a su mal comportamiento. Era un incidente menor. Él había dicho algo rudo. Uno de los comentarios realmente me impresionó. Provenía de una maestra que se preguntaba si la escuela le hubiera dicho algo a esa mamá si el adolescente no hubiese tenido un IEP.
Yo me siento completamente identificada con esa situación.
Mi hijo tiene un IEP y va a comenzar primer grado, y en ocasiones creo que el estándar de comportamiento que se le exige es más alto que el que se le exige a otros niños de su edad.
Él tiene seis años de edad y severas dificultades con las habilidades sociales.
A menudo tiene problemas para concentrarse y para entender las pistas sociales. Tiende a interrumpir las conversaciones e invadir el espacio personal de otros chicos. No reconoce que cuando los maestros y yo usamos cierto tono al decir “ya basta”, significa que hablamos en serio. Con frecuencia hace tonterías y se excita demasiado, y no es inusual verlo bailando en el pasillo del supermercado o haciendo alardes en la casa de sus abuelos para llamar la atención.
A diferencia de otros niños que tienen problemas con las habilidades sociales, él no tiene ningún problema para llevarse bien con otros niños. Se lleva bien con ellos. A veces, creo que demasiado bien. Es conversador y amigable, y sus maestras me cuentan que hace muchas bromas fuera de lugar.
Además de su IEP, cuenta con un plan de intervención del comportamiento para ayudarlo a manejar todo eso. El plan es realmente detallado y se enfoca en enseñarle lo que es apropiado y cómo se debe comportar en diferentes situaciones.
Pero apenas tiene seis años. Es un niño pequeño, y los niños pequeños se excitan en exceso y en ocasiones actúan tontamente.
Por lo que no sé qué pensar cuando la escuela me manda notas como:
“Sam ha estado haciendo sonidos de ventosidades con su boca y utilizando palabras como “trasero”.
“Sam tuvo que abandonar el grupo por un rato porque estaba revolcándose en el piso”.
“Sam necesitó un receso porque le cuesta calmarse y ponerse a trabajar después del recreo”.
En su última reunión del IEP justo antes de finalizar el año escolar, señalé que algunas de esas cosas las hacen todos los niños. El equipo estuvo de acuerdo, pero dijeron que Sam necesitaba ayuda adicional para dejar de hacerlo y saber qué hacer en su lugar.
Pero, después de la reunión me surgieron preguntas importantes. ¿A los otros niños también se les enseña cómo deben comportarse? ¿A los otros niños siempre se les corrige y se notifica a sus padres?
Durante el verano, cuando había terminado la escuela, empecé a conversar con otros padres. A través de ellos averigüe que sí, que a los otros niños se les enseña las conductas esperadas a través del programa PBIS que la escuela emplea. Después lo confirmé con la escuela.
Sin embargo, hablando con otros padres también averigüé que los compañeros de clase de su edad no son corregidos constantemente. A sus padres no se les envían notificaciones diariamente. Cuando otros niños hacen ruidos inapropiados u ocasionalmente se arrastran por el piso, no se considera que son incidentes importantes.
Eso no me parecía justo. El propósito de un IEP es garantizar que Sam reciba la enseñanza que necesita para tener acceso a la educación de la misma manera que otros niños de su edad.
No es para garantizar que vaya más adelante que ellos. No es para garantizar que sea más diestro que ellos. Es para estar seguros que estará al mismo nivel que los demás.
Parte del reto es que el IEP de mi hijo (y su plan de intervención del comportamiento) mida y supervise su comportamiento. Esto por lo general es beneficioso ya que ayuda a que el equipo del IEP averigüe si está aprendiendo a entender las normas sociales. Pero además añade un grado adicional de escrutinio en todo lo que él hace.
Pienso que es ahí donde existe un fallo. Sam necesita algo de flexibilidad para que el IEP no convierta todo en algo que tenga que corregirse constantemente. Él necesita un descanso como cualquier otro niño. Necesita revolcarse en el piso y hacer sonidos con la boca al igual que otros niños pequeños.
Afortunadamente tenemos un buen equipo del IEP con el que puedo hablar. Cuando Sam empiece primer grado solicitaré al equipo que revise su plan de intervención del comportamiento en las primeras semanas de haber comenzado las clases.
Puede que en el otoño mi hijo esté en un nivel de desarrollo diferente al de los otros niños. Si es así, estoy de acuerdo que se le exija este estándar de comportamiento. Si no es así, haré lo que pueda para garantizar que este año no se le exija un estándar mayor al de los otros niños.
Porque tiene seis años. Y los niños de seis años tienen derecho a hacer payasadas y tonterías.
Utilice estos iniciadores de oraciones para hablar con el maestro de su hijo sobre cómo manejar comportamientos inadecuados en público. Y obtenga más información sobre cómo participar en el proceso del IEP.
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