Qué me enseñó el TDAH de mi hijo

Por Gail Belsky
Cuando descubrí que mi hijo tenía aprendí lo más que pude sobre su condición. Leí libros y artículos e hice preguntas interminables a los profesionales que comenzaron a ser parte de nuestras vidas: el neurólogo, terapeuta, maestro de , coordinador de servicios y el tutor. Recibí mucha información y consejos útiles.
Pero con los años, el conocimiento más valioso ha venido de mi hijo y de la ayuda que le he dado para enfrentar su TDAH. A continuación comparto algo de lo que he aprendido y que hubiera querido saber antes.
Mi preocupación y mis quejas no ayudan
Sin importar qué tanto me esfuerce, nunca he logrado evitar por completo ni las quejas ni las preocupaciones. Me preocupo por mi hijo y por lo que le depara el futuro. Pero quejarse no sirve para modificar ese futuro y tan solo evita que aprecie los avances que están ocurriendo en el momento actual.
Nunca he podido ver un cambio positivo como consecuencia de mis quejas. Tan solo ocasiona que todos se estresen y dificulta aún más el cambio.
Sus mayores destrezas son lo más importante
Mi hijo es amable, atento, divertido y creativo. También tiene gran empatía y perseverancia. En sus empleos después de la escuela y de fin de semana ha demostrado que puede ser confiable y un trabajador diligente. Ese no siempre es el caso en la escuela. Pero no debo olvidar que no pasará su vida entera en la escuela.
Las mejores soluciones casi siempre vienen de su parte
Mi hijo tiene dificultades del fucionamiento ejecutivo además de su TDAH. Cuando era pequeño yo no podía entender por qué no podía vestirse solo. Aun cuando yo le quitaba la ropa, él se quedaba sentado hasta que yo venía a ayudarlo. Una noche entré a decirle buenas noches y me percaté de que había colocado su ropa en el piso en forma de persona: camiseta, pantalones (calzón encima), calcetines y zapatos.
Esa fue la primera vez que comprendí que él tenía su propia manera de hacer que las cosas tuvieran sentido. Y eso es, definitivamente, lo que lo hará superarlo.
Él necesita mi retroalimentación, aunque no sea positiva
No es agradable decirle a tu hijo que está hablando demasiado o molestando a personas por moverse tanto. Pero prefiero ser yo quien se lo diga que permitir que las personas lo hagan o reaccionen.
Me tomó un tiempo darme cuenta de que mi hijo no siempre reconoce lo que hace hasta que se le dice directamente. Una vez que lo escucha puede darse cuenta y detenerse. La parte difícil para mí es hacerlo con tranquilidad y no de manera crítica.
Usted puede irritarse o frustrarse, y aún así amar a alguien hasta la muerte
Han habido momentos en los que he querido estrangular a mi hijo. Estoy segura de que él siente lo mismo hacia mí. Pero sin importar lo molestos que nos encontremos, no hay una diferencia en el amor que nos tenemos el uno al otro. Siempre sentiré un lazo fuerte y especial con mi hijo. Y nada puede quitarnos eso.
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Acerca del autor

Acerca del autor
Gail Belsky es editora ejecutiva de Understood. Ha escrito y editado para importantes medios de comunicación, especializándose en contenido sobre crianza, salud y vida profesional.