“Me siento tan TDA”. Cuando el lenguaje casual significa más de lo que pensamos

“¡Ay, estoy teniendo un momento TDA!”

El TDA, un subtipo de TDAH, se usa con frecuencia para describir estar en la luna o ser olvidadizo. Lo escucha y lo ve en todas partes, en canciones de música pop y en camisetas. Lo escucha en conversaciones casuales.

Yo tengo y, aunque sé que en raras ocasiones conlleva una mala intención, este tipo de lenguaje puede herir.

Cuando las personas usan su diferencia como una generalización, puede sentirse como algo menos legítimo. Es como si el TDAH fuera algo que usted debería aprender a superar, algo efímero, sin importancia.

“¡Yo tengo momentos TDA todo el tiempo!” una vez me lo comentó un jefe. “Todos los tienen”.

Virtualmente, todos los que conozco que tienen TDAH han escuchado cosas semejantes.

Una de las luchas que las personas con la condición enfrentan, es el mito de que “todo el mundo tiene TDAH”. Esto sugiere que la diferencia con base en el cerebro que tiene un impacto diario en nuestras vidas es insignificante, exagerado o, en el peor de los casos, para nada real.

Es cierto que la mayoría de las personas se distraen en ocasiones. O que no puedan ser tan organizadas como les gustaría. Pero seamos claros: esos no son “momentos TDA”.

Cuando en realidad tienes TDAH, no puede reducirse a lapsos momentáneos de memoria o de atención. Es parte de quien eres, para bien o para mal.

Tener TDAH significa que puedo olvidar las llaves, perder cosas importantes (lo que me recuerda, ¿dónde dejé mi billetera?) o batallar con el manejo del tiempo. Pero también hay cosas positivas. Algunos expertos piensan que el TDAH puede generar características positivas como la energía, la pasión y la curiosidad. Más aún, existe la especulación de que muchos de nuestros grandes pensadores y artistas tienen esta condición.

Hace algunos años, estaba en una cena con unos amigos que tienen TDAH. Nuestro mesero seguía olvidando cosas, tomando las órdenes equivocadamente y, en general, confundiéndolo todo. Finalmente, como una forma de disculparse dijo, “lo lamento chicos. Estoy teniendo un momento TDAH”.

Todos callamos por un segundo. Después yo tomé la palabra.

“Lo entendemos”, le dije. “Nosotros tenemos vidas TDAH”.

Estoy orgullosa de mi TDAH. Sin él no sería yo. Hablar conscientemente y con empatía es importante sin considerar cuál sea el tema. Si las personas van a utilizar nuestra diferencia neurocognitiva como taquigrafía para sus propias experiencias, es hora de incluir las positivas. Comentar sobre las diferencias de aprender de manera diferente puede ayudar a otros a entender que sentirse “TDA” no es tan malo como parece.

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