Max Ash: Encesta la dislexia

Max Ash tuvo una brillante idea: Encontrar una manera divertida de jugar con la comida, y que sus padres estuvieran de acuerdo.

Así que Max usó su pasión por el baloncesto y el chocolate caliente para crear un nuevo y llamativo producto. El invento de Mash, la taza con la canasta (Mug with a hoop), es una taza de cerámica en forma de un balón de baloncesto pero a la mitad. En la orilla de la taza, cerca de la agarradera, hay un tablero con una canasta colgando sobre la taza. Los niños pueden “encestar” malvaviscos o, incluso, cherrios, en la canasta.

Un logro contundente para un niño de 10 años. Actualmente, su taza de 16-oz. se vende por docenas en las tiendas Nordstrom. Él tiene dos estilos de tazas adicionales saldrán al mercado en el 2015: una taza inspirada en béisbol que estará disponible en enero y una taza inspirada en fútbol americano que él espera esté lista para el día del padre. También planea crear una de hockey, fútbol y golf.

Max, quien tiene dislexia, posee ideas excelentes, afirma su madre Jennifer Ash. “Él piensa y aprende de una manera muy visual”. Cuando le pregunté a Max como se le ocurrió la idea de la taza, me respondió, “la encontré en mi cabeza”. La taza con canasta es solo el comienzo en la transformación de esas ideas en productos que se pueden vender.

Max es el genio creativo de Max’is Creations, una empresa que él opera con el resto de su familia. También es el jefe de ventas y un estudiante de 4o grado de tiempo completo en The Carroll School, localizada en los suburbios de Boston y tiene un campus en Lincoln y Waltham. La escuela enseña a niños con y otras discapacidades con base en el lenguaje.

Sam, su hermano de 13 años, es el jefe de pruebas de productos y el más grande admirador y adepto de Max. Sam también hace llamadas de ventas conjuntamente con Max. Mamá Jennifer y papá Ronald manejan el funcionamiento diario de la compañía. Ella es una psicológa consultora que realiza desarrollo ejecutivo y capacitación. Él es administrador en un hospital.

¿Cómo concilian las exigencias de sus trabajos, ser padres de Max y Sam y su labor en Max'is Creations? “Los niños están viviendo sus vidas de manera regular y nosotros estamos un poco ocupados”, dice Jennifer. Ella y su esposo Ronald hacen la mayor parte del trabajo de la compañía en la noche y los fines de semana. Además llevan en automóvil a Max y Sam para que repartan sus productos en las tiendas y a citas de negocios. “Es maravilloso ver la alegría que las personas muestran con lo que Max ha creado”, dice Ronald.

La empresa se inaguró oficialmente este verano y es rentable, Jennifer Ash afirma. Max’is Creations vendió 10.000 tazas en los dos meses pasados y se espera que el número aumente a 400.000 al final de este año.

El cinco por ciento de las ganancias de las ventas de las tazas será donado a la investigación y a crear concientización sobre la dislexia. Max también ha donado tazas para campañas que recaban fondos en Carroll School y otros lugares. El resto de las ganancias en su mayor parte son ahorros para pagar la universidad.

“La gente siempre dice que están maravillados de lo que estamos haciendo por Max”, dice Jennifer. “La verdad es que también lo estamos haciendo por los otros padres que tienen hijos como Max. Queremos mostrarles que hay algo especial en las personas que piensan diferente y Max es un ejemplo de ello”.

Trabajar en la compañía es también parte de la terapia para mejorar el habla y el lenguaje de Max con su dislexia. Hacer llamadas por teléfono para vender y hablar sobre sus productos le está enseñando a organizar mejor sus respuestas a las preguntas que le hacen, afirman sus padres. “Lo ha ayudado muchísimo a mejorar sus habilidades para comunicarse forzándolo a usar más su lenguaje y a practicar comunicarse de manera improvisada”, dice Jennifer.

“Las definiciones tradicionales de éxito generalmente no incluyen a niños como Max debido a que piensan y aprenden de manera diferente” comenta la mamá de Max. “Esta experiencia nos ha enseñado que, aunque él no está entre los mejores en lo que se refiere al rendimiento académico o al puntaje en el SAT, no necesitamos preocuparnos sobre su futuro profesional. En tanto que desarrolle sus instintos creativos, las personas no solo pagarán por su arte sino también por sus ideas”.

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