Mamá con dislexia es la ganadora de un concurso nacional de poesía

No todos los poetas ganan un concurso de poesía a nivel nacional la primera vez que concursan. Sin embargo, eso fue lo que le sucedió a Rebekah Willhite, una mamá con que vive en Salem, Oregon. Y ahora está preparando so próximo proyecto: un libro para niños qué da consejos para alentar la lectura.

Willhite , de 43 años tiene una pasión por la escritura, y que por eso participó en el concurso nacional de poesía 2014-2015 llevado a cabo por el sitio de internet RhymeZone. Más de 3000 personas concursaron y Willhite fue una de los 10 ganadores. Su poema, Coffee Beans, (granos de café) fue escrito en una cafetería luego de visitar a su padre moribundo en el hospital.

Según Willhite, su dislexia la ayuda a escribir poesía. “Hay libertad en la poesía”, afirma. “Mi cerebro puede mezclar cosas y, en el proceso de hacerlo, veo las cosas de manera diferente. Hago conexiones diferentes”.

Willhite supo que tenía dislexia cuando fue evaluada en primer grado. A pesar de sus retos con las dificultades con la lectura, siempre amó la poesía. En una ocasión durante el bachillerato, le dio al maestro un poema que había escrito sobre geometría en lugar de la tarea. Ella nos cuenta que el maestro igualmente la calificó.

En su clase de colocación avanzada (Advanced Placement) de inglés, Willhite conoció el trabajo de grandes poetas como Emily Dickinson, Robert Frost y Walt Whitman. Eso aumentó su interés en la poesía aún más. 

“Lo que me atrajo fueron las frases cortas de los poemas”, afirma. “Me era más fácil leer, pensar y luego volver al texto”.

Sin embargo, las cosas se complicaron cuando comenzó a estudiar en la Oregon State University. Sus calificaciones empeoraron. Pero ella comenzó a encontrar maneras de desarrollar sus destrezas. 

“Una vez que entendí cómo funcionaba mi cerebro, pude darme cuenta de cómo podía aprender más fácilmente y mis calificaciones mejoraron”, comenta. Obtuvo un título en comunicación.

Willhite dice que incursionó en la escritura hace pocos años y que ahora escribe regularmente. “Siempre tengo listo mi cuaderno de tres anillos y mi lápiz Ticonderoga No. 2”, afirma.

Willhite y su hijo de nueve años, Levi, han escrito un libro titulado Payne Elementary School: Legend of the Pizza. Es una colección de cuentos cortos sobre un estudiante de tercer grado llamado Alexander y sus aventuras en la escuela. 

Al final de cada sección se incluyen consejos sobre cómo estimular a los niños para que escriban. Estos son algunos de los métodos que Willhite recomienda:

  • Averigüe qué le interesa a los niños y úselo para explicar otros conceptos. “Me hubiese gustado que mi maestro de química en el bachillerato me hubiese explicado química como una receta para hornear”, dice Willhite. “Yo horneo. Me gusta hornear. Eso me habría ayudado a aprender química”.

  • Sugiera tener un diario y así los niños no tienen que preocuparse de que alguien corregirá lo que escriben.

  • Estimule a los niños a que hagan dibujos en lo que escriben y alrededor. Willhite siempre tiene una caja de 64 crayones cerca. “Para mí, la ansiedad y la dislexia van de la mano. Hasta el día de hoy, dibujo y hago garabatos para aliviar el estrés”, comenta.

Willhite tiene otro consejo para los escritores de todas las edades que batallan. Ella usa a menudo la búsqueda de rimas en RhymeZone, que es cómo ella supo del concurso de poesía.

“Creo que ayudaría a las personas que batallan con las palabras”, comenta. “Por ejemplo, si están buscando feliz y se enteran que nirvana significa lo mismo, podría ayudarlos a recordar. Yo necesito construir ideas que entiendo, ¡por lo que hubiera salido mejor en química si se hubiera comparado con hornear!”

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