Cuando las consecuencias no funcionaron con mi hija que tiene TDAH, esto fue lo que hice

Mi hija siempre ha sido desordenada, olvidadiza y desorganizada. Mi método era dejarla sufrir las consecuencias de sus actos, pero mi forma de manejar esos problemas cambió cuando fue diagnosticada con TDAH.

Por ejemplo, cuando olvidaba su uniforme de gimnasia en casa dejaba que la sancionaran, en lugar de rescatarla llevándole su uniforme a la escuela. Cuando olvidaba que tenía que hacer un proyecto que le habían asignado en la escuela, insistía en que lo resolviera con los pocos materiales que había en casa. Yo no iba a salir de noche corriendo a la tienda.

Yo tenía la esperanza de que con el tiempo aprendería a no olvidar las cosas. O que simplemente su desorganización “desaparecería” a medida que creciera. Sin embargo, se estresaba más y más, pues seguía dejando pasar las fechas de entrega, perdiendo papeles y olvidando su equipo de deporte.

Estaba fallando una y otra vez, perdiendo confianza en sí misma y sintiéndose derrotada. Detestaba verla así.

Más tarde, cuando mi hija fue diagnosticada con TDAH en la escuela media, decidí que mis técnicas de crianza tenían que cambiar.

Me di cuenta de que el sistema de las “consecuencias” no estaba funcionando. La lastimaba más de lo que la ayudaba. Comencé a aceptar que había ciertas cosas que mi hija no superaría por arte de magia. Necesitaba apoyarla en las habilidades de aprendizaje que necesitaba para salir adelante en la escuela.

El mayor cambio que hice después de su diagnóstico se centró en sus deberes escolares. Antes de su diagnóstico, puede que le preguntara despreocupadamente si ya había terminado su tarea. Después de su diagnóstico me volví mucho más proactiva. Buscaba en la página de Internet de la escuela si tenía tareas escolares, y le hacía preguntas específicas acerca de sus clases. La ayudé a planificar las tareas semanales, como los cuestionarios de vocabulario y los trabajos a largo plazo y proyectos grandes. Después revisaba su progreso.

Enseñarle las habilidades que necesitaba fue mucho más efectivo que esperar que aprendiera a ser organizada por sí sola. Mi hija es inteligente, pero aún así necesitaba que le enseñaran cómo ser una estudiante.

Por ejemplo, solía olvidar los libros de texto en el casillero de la escuela. Así que en lugar de que regresara a casa sin los libros que necesitaba, la esperaba con una lista de lo necesario para hacer su tarea ese día a la salida de sus actividades extraescolares. Si había olvidado algo en su casillero, tenía que regresar y traerlo.

Era fastidioso para mí y a ella no le gustaba tener que regresar corriendo, pero funcionó. Solo tuvimos que hacerlo durante algunas semanas hasta que adquirió el hábito de revisar su mochila antes de salir de la escuela. La enseñé a que tocara cada libro que necesitaba y a no asumir que algo estaba en su mochila.

Aprender esta sencilla práctica fue muy efectivo para ella. Incluso ahora, varios años después, continúa trayendo a casa todo lo que necesita para hacer su tarea.

El año pasado, un tutor de la escuela me dijo que todos los tutores de la escuela usaban los apuntes de clase de mi hija. Ellos distribuían sus notas entre los chicos que tenían dificultad para tomar apuntes o que habían faltado a clase. Aparentemente, los apuntes de mi hija eran claros, detallados y bien organizados.

Sin embargo, ese mismo tutor también me dijo que el casillero de mi hija estaba tan desordenado que no podían creer que fuera su casillero. Suponían que una estudiante con tan buenos apuntes tendría que tener un casillero perfectamente organizado. No era así. Mi hija dice que su casillero está suficientemente organizado. Aparentemente, ella puede ser exitosa con cierto grado de desorden a su alrededor. También he aprendido a aceptar eso.

El haber enseñado activamente a mi hija las habilidades que necesitaba para ser una estudiante exitosa mejoró su actitud hacia la escuela. Y también cambió su actitud hacia mí. Pasé de ser el ogro que no podía entender sus problemas a ser una consejera confiable que estaba allí para ayudarla a aprender cómo organizarse en la escuela.

Ambas disfrutamos esa nueva dinámica. Y ha sido un placer observar a mi hija florecer gracias a las destrezas que ha aprendido durante los últimos años.

Lea lo que los expertos dicen acerca de si permitir que los chicos fallen o enfrenten las consecuencias de sus actos. Y lea la historia de una mamá que se llama a sí misma “mamá salvavidas” (en lugar de mamá sobreprotectora).

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