Cómo mi hijo y yo dejamos de pelear por la comida

Mi hijo adora los hot dogs. Le encanta el pan para hot dog. Pero atención, si usted coloca una salchicha en un pan y se lo da, él no estará contento.

“¡La salchicha y el pan no deben tocarse!”, me explicó hace poco tiempo.

“¿Cuál es el problema?”, pregunté enojado.

“¡No pueden tocarse!”. Gritó, empezó a llorar y se tiró al suelo como si todos los huesos de su cuerpo se hubieran quebrado.

Si alguien me pidiera describir mi estilo de crianza, yo podría decir que es “tradicional”. Cuando mis hijos piden que se haga algo de cierta manera, no siempre digo que sí. De hecho, mi instinto es hacerlo a mi modo. Y en mi mundo perfecto, nos sentamos a la mesa como una familia de una comedia de los años 50, con todos comiendo exactamente lo mismo. En silencio.

Por lo que, las siguientes veces que comimos hot dogs en el almuerzo, coloqué la salchicha en el pan sin pensarlo ni un segundo. Y cada vez, sin falta, había llantos y gritos.

Después de más o menos la quinta vez que esto ocurrió, mi esposa me llamó y tuvimos una conversación.

“No entiendo por qué es un problema tan grande para él”, dije, “es tan solo un hot dog”.

“Piénsalo de esta manera. Te gusta la mostaza, ¿cierto?”, me preguntó.

“Sí”.

“¿Y el helado?”.

“Seguro, ¿por qué?”.

“¿Qué pasaría si coloco mostaza en tu helado?”.

“¡Qué asco!”.

“Para él, quizás el hot dog y el pan sepan de la misma manera”.

Quizás mi esposa tenía razón sobre el problema de mi hijo con la comida. No es que él no quiera comer nada. (Como a muchos niños pequeños, no le gustan los guisantes, pero come pollo, arroz y brócoli). Más bien se trata de cómo está presentada su comida.

Si algo está cortado de la manera “equivocada” o si dos alimentos, como la salchicha y el pan se tocan, se enfurece. Muchos niños pequeños tienen diferentes retos con la comida. Así que no sabemos si está relacionado con una dificultad en particular o si tan solo es debido a su edad o una forma particular de hacer las cosas.

De cualquier manera, yo tenía que elegir. ¿Iba a ser tan terco como para forzarlo a comer los alimentos a mi modo para satisfacer mi visión de una familia de los 50? ¿O sería un poco más flexible? ¿Cuál era el equilibrio perfecto?

“Aquí está tu almuerzo”, le dije. “Y la salchicha no está tocando el pan”. Le guiñé el ojo.

Él olfateó el hot dog y me miró con cautela. Después se fue a comérselo. Cuando terminó, dijo: “La próxima vez, ¿puedo intentar cortar mi hot dog con un cuchillo de plástico?”.

“Hijo mío, mientras te los comas, puedes cortar tus alimentos de la forma que quieras. Tan solo toma en cuenta que el cuchillo va a tocar la salchicha y el pan”.

Me miró como si estuviera un poco loco. No creo que haya entendido mi chiste.

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