Yo escribo con mi voz: Cómo dictar me ayuda a escribir en la universidad

Escribir no es sencillo. Pensar en lo que se quiere escribir, cómo decirlo y después ponerlo sobre papel puede a veces ser difícil para cualquiera. Sin embargo, debido a mi dislexia y TDAH escribir siempre ha sido especialmente complicado para mí.

A veces compongo una oración en mi cabeza y después la olvido antes de poder escribirla. O tengo en mente una palabra cuando estoy escribiendo, pero debido a que no se cómo deletrearla selecciono otra palabra. Con frecuencia me resulta difícil tan solo agarrar el ritmo de escribir. Simplemente escribir me exige más energía mental y esfuerzo que a la mayoría de las personas.

En bachillerato me fue muy bien con la escritura ya que no se nos pidió realizar gran número de ensayos escritos largos fuera de clase. En lugar de eso, los ensayos que teníamos que escribir se hacían mayormente en clase y con límite de tiempo, porque eso es lo que se les pide a los alumnos en los exámenes SAT, ACT y AP. También ayudó que tenía adaptaciones como tiempo extendido y que no me quitaran puntos por mala ortografía si mi maestra no podía entender lo que había escrito. No necesitaba nada más.

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Sin embargo, cuando me gradué del bachillerato y empecé a estudiar en una pequeña universidad de artes libres, me afectaron las exigencias de escritura.

A todos los estudiantes de primer año en mi universidad se les exigía tomar un curso de “escritura intensiva”. El propósito de ese curso era enseñar a los estudiantes a escribir a nivel universitario a través de practicar extensivamente. En el transcurso de mi primer semestre, escribí casi 50 páginas únicamente para ese curso, y fue difícil ajustarme a la cantidad y calidad de escritura que se esperaba hiciera fuera de clase.

Afortunadamente, durante la sesión de orientación estudiantil pude reunirme con la directora de los servicios para discapacitados de mi universidad. Revisamos mi horario y las adaptaciones que había recibido en bachillerato. Después me mencionó que la , como el software de dictado y los audiolibros, habían ayudado a otros estudiantes con dificultades de aprendizaje y de atención similares a las mías.

Cuando empecé a tener problemas con la escritura en las primeras semanas de haber empezado la universidad, decidí probar estas herramientas. La primera vez que usé el dictado, empecé a darme cuenta cómo esta herramienta me podía ayudar.

Por tener TDAH y dislexia, soy una persona que tengo dificultad con la y con el procesamiento de información. El dictado me ayudó a esforzarme menos al intentar recordar oraciones antes de escribirlas. También me facilitó expresar mis pensamientos con palabras.

Creo que eso es debido a que el dictado incorpora en el proceso de escritura una de mis más grandes aptitudes: hablar. Soy una persona muy verbal. Me resulta mucho más fácil expresar mis pensamientos en voz alta que tener que escribirlos. El dictado me permite decir mis ideas en voz alta.

Sin embargo, los beneficios de dictar mis trabajos escritos no fueron inmediatos. Toma tiempo aprender a usar la voz para organizar un ensayo y construir oraciones y párrafos. Tardé casi un semestre en sentirme cómoda usando el software, y refinar mis habilidades ha sido un proceso continuo. He tenido que entrenarme en componer oraciones verbalmente y decir la puntuación en voz alta.

Esa fue la primera vez que usé el software de dictado. En todos mis años de escolaridad, desde kínder hasta el grado 12, nadie lo mencionó como una alternativa para escribir. Si hubiera sabido antes sobre el dictado, hubiera pedido a mis padres y a mi escuela que lo incluyeran en mi .

No obstante, el dictado no es perfecto. Si no articulo las palabras con claridad, el software a veces confunde una palabra por otra. Por ejemplo, “presente” y “presidente” suenan parecido y el software de dictado a veces las confunde. El corrector de ortografía no lo considerará como un error debido a que la palabra está escrita correctamente, aunque no tenga sentido en ese contexto. Además, cuando dicto rápidamente a veces olvido añadir la puntuación, o digo el comando erróneo.

Hoy en día, ya cuento con una práctica en dictado de casi dos años. Personalmente, lo considero más útil para escribir borradores que para editar y pulir los trabajos. Así que continúo usando el teclado para pulir y terminar mis trabajos escritos, lo cual todavía me toma mucho tiempo.

En general, el dictado me ha ayudado a ajustarme a escribir a nivel universitario. Me ayuda haberlo complementado con otras herramientas y trucos. Por ejemplo, me cuesta leer textos en la computadora, así que imprimo mis trabajos para editarlos. Mi mamá, quien también tiene dislexia, me enseñó otro truco para editar ensayos: empezar a leerlo desde el final hacia el principio. Eso me ayuda a ver y corregir cualquier error.

Los estudiantes como yo, que tienen dificultades de aprendizaje y de atención, tienen mucho que decir acerca del mundo. Podemos tener ideas creativas e inteligentes, pero a veces necesitamos un poco de ayuda para poner nuestras ideas por escrito. Y es ahí donde el dictado puede ayudar. Yo escribo, pero lo hago con mi voz.

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