Contener las rabietas versus manejar las crisis

De un vistazo

  • Los berrinches y las crisis pueden parecer similares, pero no son lo mismo.

  • Cada conducta requiere una respuesta diferente.

  • Saber por qué su hijo tiene un berrinche o una crisis puede ayudar a evitarlos.

Todos hemos visto niños enojados y llorando en una tienda o en el parque. La mayoría de las familias se compadecen porque les ha sucedido con sus hijos.

Muchos asumen que se trata de una pataleta, pero podría tratarse de una crisis emocional o sensorial. Su respuesta ante cada una de ellas debe ser diferente. Estas son algunas estrategias para contener los berrinches y manejar las crisis.

Maneras de contener un berrinche

Es común que los niños pequeños tengan rabietas cuando se enojan, se frustran o las cosas no son como ellos quieren. Pero aunque sean comunes, no deja de ser frustrante para usted y difícil de contenerlas.

Los niños suelen tener cierto grado de control de sus pataletas. Muchos modifican su comportamiento en función de cómo reaccionan las personas que están a su alrededor. También hay maneras de evitar que sucedan.

Ponga en práctica estas sugerencias para evitar que su hijo tenga un berrinche.

1. Acordar una señal que indique frustración

Hable con su hijo de cómo lo ve usted cuando él está frustrado. Pregúntele si usted debería notar alguna otra cosa. Decidan qué señal usted puede usar para indicarle que está comenzando a frustrarse, como por ejemplo: jalarse la oreja. Hablen de lo que pueden hacer para calmar la situación cuando él vea la señal.

2. Asignar un lugar tranquilo

Encuentre un lugar de la casa donde su hijo pueda dirigirse para calmarse. Puede ser simplemente una silla donde a su hijo le gusta sentarse. Explíquele que es un lugar para tranquilizarse y no un lugar de castigo. Su hijo puede dirigirse allí y tomarse un descanso cuando vea la señal de frustración que acordaron. (Puede que al principio tenga que recordarle que vaya allí para calmarse).

3. Identificar la causa

Usar una señal o dirigirse a otro lugar para calmarse no siempre funciona. En ese caso, trate de averiguar la causa del berrinche. Saber el motivo facilita poder apaciguar a su hijo, y encontrar maneras de evitar la situación en el futuro.

4. Establecer expectativas claras

Sea claro en cuanto a cómo espera que su hijo se comporte. Use oraciones que usen cuando y entonces, como: “Cuando me hablas con voz calmada, entonces podemos conversar sobre eso”. De esa manera le está dando a su hijo la opción de actuar de cierta manera o no.

5. Reconocer sus sentimientos

Su hijo puede que no esté comportándose bien, pero eso no significa que sus emociones no sean reales. Trate de ser empático y ayúdelo a que identifique sus emociones. Por ejemplo: “Sé que estás enojado conmigo porque te pedí que apagaras el videojuego. Yo también me molesto cuando tengo que dejar de hacer algo que me gusta”.

6. Ignorarlo

A veces la mejor respuesta es no reaccionar. Tal vez el berrinche de su hijo aumenta de intensidad al recibir atención cuando usted está tratando de contenerlo. En esos casos es mejor dejarlo tranquilo y no hacer nada.

7. Elogiar la conducta que usted desea

Elogie a su hijo cuando sea capaz de controlarse y calmarse. Indíquele específicamente qué hizo bien. Por ejemplo: “Sé que estabas muy enojado y te costó dejar de gritar. Hiciste muy bien en calmarte. Ahora podemos hablar de eso tranquilamente”.

Maneras de manejar las crisis

Las crisis emocionales o sensoriales son una reacción al agobio. Son más extremas que los berrinches y los niños no pueden controlarse.

Manejar las crisis es más difícil que contener los berrinches, pero identificar los desencadenantes puede evitar una explosión mayor. Aunque no pueda detener una crisis emocional, hay maneras en que usted puede responder para ayudar a su hijo a retomar el control.

Antes de la crisis

1. Conozca los desencadenantes

No son iguales en todos los niños y puede que no sean obvios. En algunos niños podría ser debida a una sobrecarga sensorial o emocional. En otros podría ser causada por cambios inesperados, miedo o dolor. Conocer los factores que desencadenan una crisis en su hijo ayudará a que las evite.

Puede que note que su hijo pone nervioso antes de ir a la escuela o se descontrola al final del día. Quizás las crisis ocurren cerca de las horas de las comidas o de irse a dormir, debido al hambre o el cansancio. O podría notar que ocurren en ciertos lugares, como en sitios ruidosos o con mucha gente.

2. Dese cuenta cuando está aumentando

Si reconoce las primeras señales, podrá ayudar a que su hijo se calme antes de que pierda el control. Señales de advertencia comunes incluyen:

  • Dificultad para pensar con claridad, tomar decisiones o responder preguntas.

  • Repetir ideas y preguntas una y otra vez.

  • Negarse a seguir instrucciones o a cooperar.

  • Tratar de bloquear ruidos, luces y otros estímulos sensoriales, o intentar esconderse o escaparse.

  • Moverse con inquietud, como caminar de un lado a otro o no poder quedarse quieto.

  • Quejarse de síntomas físicos como mareo o palpitaciones.

3. Trate de desviar la atención del desencadenante

La fase de intensificación puede ser interrumpida en algunos niños. Intente distraerlo con otra actividad.

4. Sea paciente

Su instinto puede que sea actuar rápidamente para evitar que la crisis aumente, pero hablar rápido y alto puede empeorar las cosas. Dele a su hijo más tiempo para procesar lo que usted le está diciendo. Use oraciones breves y concretas que eliminen la opción de tomar decisiones.

Durante la crisis

1. Evalúe la seguridad

Cuando su hijo está gritando y lanzando cosas, puede parecer una emergencia. Pero no significa que lo sea. La pregunta a considerar es: ¿Alguien está lastimado o en riesgo de hacerse daño?

2. Tranquilícelo

Necesita probar para saber si su hijo prefiere distancia física o que lo toquen o abracen. En cualquier caso, es mejor que su voz y su lenguaje corporal transmitan calma. Asegúrese de que su hijo sepa que cuenta con usted y que entiende que él se sienta atemorizado y fuera de sí.

3. Dele espacio

Si está en un sitio público, trate de mover a su hijo a un lugar más tranquilo. Si está en la casa, trate de que se dirija a una habitación tranquila. Cuando no sea posible moverlo de lugar, pídale a las personas que les den más espacio.

4. Disminuya la intensidad

Apague la luz y no haga ruido. Si está en la casa y su hijo no puede o no quiere irse a otra habitación, intente hacerse a un lado (su hijo puede sentirse atrapado si usted se para frente a la puerta).

5. Piense en un plan para después de la crisis

Comience a pensar cómo comunicarse con su hijo después de la crisis, en lugar de hacer algo que la reinicie. Puede que tenga que olvidarse de su plan de ir de compras. Si la crisis fue desencadenada por una conversación emocional, tendrá que dejar de hablar de ese tema y encontrar otra forma de enfocarlo la próxima vez que lo intente.

Después de la crisis

1. Tiempo para recuperarse

Una vez que su hijo empieza a calmarse, podría sentirse avergonzado o culpable. También puede que se sienta físicamente exhausto. Dele tiempo para que se recupere.

2. Busque el momento adecuado para hablar

Usted puede ayudar a que su hijo reflexione sobre lo que pasó. Hacerlo inmediatamente después de la crisis no es el mejor momento. Estas son algunas maneras de hacerlo cuando ambos estén calmados:

  • Avísele. Dígale con anticipación que van a hablar y asegúrele que no está metido en problemas.

  • Sea breve. Hablar sobre una crisis puede causar que los niños se sientan mal y a la defensiva. Diga lo que tiene que decir, pero evite repetir la misma información.

  • Confirme que entiende. Pida a su hijo que le repita de qué hablaron y responda cualquier pregunta. Si decidieron un plan de acción, pídale que se lo repita.

Manejar las crisis emocionales o sensoriales y contener los berrinches requiere práctica. Reconocer las señales y enseñar a su hijo habilidades para controlarse, puede ayudarlos a que encuentren mejores maneras de actuar en el futuro.

Puntos clave

  • Tener un “lugar para calmarse” puede ayudar con los berrinches y las crisis.

  • Ignorar un berrinche a veces puede ponerle fin.

  • Conocer cuáles son los desencadenantes de su hijo puede evitar que las crisis se intensifiquen.

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