Las intervenciones y apoyos conductuales positivos (PBIS, por sus siglas en inglés) son un método que utilizan las escuelas para promover la seguridad escolar y el buen comportamiento.
Con este método las escuelas enseñan a los niños expectativas y estrategias de comportamiento.
El enfoque de PBIS es la prevención, no el castigo.
Muchos niños tienen problemas de conducta en la escuela. Cuando las escuelas reaccionan únicamente con castigos, los estudiantes no aprenden las habilidades necesarias para mejorar. Ahí es donde entran en juego las intervenciones y apoyos conductuales positivos (PBIS, por sus siglas en inglés).
Las escuelas utilizan las intervenciones y apoyos conductuales positivos para mejorar la seguridad escolar y promover comportamientos positivos. El enfoque es la prevención, no el castigo.
A través de este enfoque proactivo las escuelas enseñan estrategias de comportamiento positivo a los estudiantes, del mismo modo que enseñan cualquier otra asignatura. Todos los estudiantes aprenden sobre comportamiento positivo, incluidos los niños que tienen IEP y planes 504.
Las intervenciones y apoyos conductuales positivos reconocen que los estudiantes solo pueden cumplir con las expectativas de comportamiento si saben cuáles son esas expectativas. Todos aprenden lo que se considera un comportamiento apropiado. Se utiliza un lenguaje común al hablar de esto. Los estudiantes conocen qué se espera de ellos a lo largo de la jornada escolar, en clase, durante el almuerzo y en el autobús.
Hay estudios que muestran que las intervenciones y apoyos conductuales positivos resultan en un mejor comportamiento de los estudiantes. En muchas escuelas que las utilizan hay menos expulsiones y suspensiones. Además, los estudiantes obtienen mejores calificaciones. También existe cierta evidencia de que pueden disminuir el acoso escolar (bullying).
Profundice
Las intervenciones y apoyos conductuales positivos tienen varios principios básicos importantes:
Los estudiantes pueden aprender expectativas de comportamiento para diferentes situaciones.
Las escuelas enseñan los comportamientos esperados a través de , la cual incluye oportunidades para que los estudiantes practiquen el comportamiento y reciban comentarios.
Proporcionar apoyo temprano puede prevenir problemas de conducta más graves.
Las escuelas tienen que proporcionar diversos tipos de apoyo conductual ya que cada estudiante es diferente.
La forma en que las escuelas enseñan el comportamiento debe basarse en la investigación y la ciencia.
Es importante dar seguimiento al progreso conductual de los estudiantes.
Las escuelas recopilan y utilizan información para tomar decisiones sobre las intervenciones conductuales.
Los miembros del personal escolar son consistentes en cuanto a cómo fomentan el comportamiento esperado y disuaden el mal comportamiento.
La mayoría de los programas de intervenciones y apoyos conductuales positivos establecen tres niveles de apoyo para los estudiantes y el personal escolar. Los estudiantes obtienen más apoyo a medida que avanzan de nivel. (Esto es similar a la manera de funcionar de otros métodos escalonados como la respuesta a la intervención o RTI, por sus siglas en inglés).
Nivel 1: Sistema universal que se aplica en toda la escuela. Todos los estudiantes en la escuela aprenden expectativas básicas de comportamiento, como respeto y amabilidad. El personal escolar reconoce y elogia a los estudiantes por su buen comportamiento. En ocasiones, utilizan recompensas pequeñas como fichas o premios para reconocer a los niños.
Nivel 2: Apoyo adicional y dirigido a los estudiantes con problemas. A algunos niños les cuesta más cumplir las expectativas de comportamiento. La escuela proporciona intervenciones y enseñanza basada en evidencia a estos niños. Por ejemplo, algunos estudiantes podrían tener dificultad con las interacciones sociales. Una estrategia de nivel 2 podría ser ofrecer apoyo para interpretar y reaccionar ante las situaciones.
Nivel 3: Apoyo intensivo para estudiantes a nivel individual. El tercer nivel de PBIS es el más intensivo. Es para estudiantes que necesitan apoyos y servicios individualizados debido a problemas de conducta persistentes.
Los estudiantes que tienen IEP o planes 504 pueden estar en cualquiera de estos niveles. Las escuelas que utilizan un programa de intervenciones y apoyos conductuales positivos deben asegurarse de que los equipos del IEP sepan cómo se vinculan los distintos niveles del programa con los IEP y los planes 504.
En una escuela que utiliza disciplina tradicional, los maestros suelen corregir el comportamiento a través del castigo. Un estudiante que interrumpe la clase continuamente podría ser enviado a la dirección. Después de eso, se espera que el estudiante se comporte de manera adecuada.
Una escuela que utiliza programas de intervenciones y apoyos conductuales positivos lo maneja de manera diferente. El comportamiento se considera como una forma de comunicación. Por lo tanto, el maestro podría notar que el estudiante está tratando de llamar la atención antes de que actúe de manera inaceptable. Para abordar esto de manera positiva, el maestro podría darle al estudiante la oportunidad de expresar su opinión en clase. También se ofrece enseñanza continua sobre cómo se espera que los estudiantes participen en clase.
Si el estudiante sigue portándose mal, la escuela desarrollará una estrategia para evitar que vuelva a ocurrir. Esto podría ser incluir un descanso para calmarse o hablar con un mentor. La escuela podría incluso ofrecer capacitación a las familias. Al dar seguimiento al comportamiento del estudiante, la escuela puede cambiar la estrategia si no funciona.
Los programas de intervenciones y apoyos conductuales positivos no ignoran los problemas de comportamiento. Se sigue empleando la disciplina, pero la atención no está puesta en el castigo. En su lugar, se enfocan en enseñar expectativas, prevenir problemas y aplicar consecuencias lógicas.
La mayoría de los expertos sienten que las intervenciones y apoyos conductuales positivos mejoran la disciplina escolar. Les gusta su enfoque en la prevención y que las expectativas de comportamiento sean claras.
Sin embargo, hay expertos que les preocupa el uso de recompensas como fichas y premios. Consideran que recompensar a los niños por su buen comportamiento hace que se enfoquen en obtener la recompensa y no en el comportamiento. Esto puede aumentar la motivación externa del estudiante, en lugar de su motivación interna.
Además, los sistemas de recompensas que se aplican a toda la escuela pueden excluir a los estudiantes con problemas de comportamiento. Si un estudiante que tiene dificultades nunca recibe una recompensa o recibe menos que los demás, puede sentirlo como un castigo. Esto puede desalentar a los niños que están esforzándose por portarse bien pero que tienen desafíos particulares.
En respuesta a esas consideraciones, los defensores de las intervenciones y apoyos conductuales positivos han pedido a las escuelas que no abusen de las recompensas. También hacen énfasis en que las recompensas son solo una herramienta que las escuelas pueden utilizar. No se debería sobornar a los niños para que se comporten. Las escuelas también están trabajando en cómo reconocer a los estudiantes que siguen teniendo dificultades pero que están progresando.