Cómo aprovecho el fútbol de los domingos para reforzar conceptos matemáticos

Es la primera clase, lunes por la mañana y escribí un problema de matemáticas en la pizarra. Frente a mí, un salón lleno de niños cabizbajos con miradas ausentes.

Tengo que lograr motivar a esta clase, así que me dirijo a uno de los alumnos en la última fila. “Oye, Sally”, pregunto, “¿viste el partido de los Gigantes ayer?”.

“No, me gustan los Jets. Son mucho mejores”.

Otro estudiante, Sam, interviene: “Los Patriotas son mejores. Tienen a Tom Brady”.

Unos cuantos niños se meten en la conversación, mencionando sus equipos favoritos. Esto continúa por uno o dos minutos. Después me volteo hacia Sally y le pregunto: “¿Cuál fue el resultado del juego de los Jets?”.

“27-14. Le ganaron a Delfines”.

¿Fue un juego reñido?”.

Todos me miraron con asombro, pero al menos toda la clase me está mirando.

“¡Claro que no! Ganaron con 13 puntos de diferencia, les dieron una paliza”, se burla Sally.

Otro estudiante levanta la mano: “Con dos touchdowns más los Delfines hubieran ganado. El mariscal de campo lanzó una intercepción que debió haber sido un touchdown”.

“Bueno, ¿qué tenían que haber hecho los Delfines para empatar el juego? ¿Unos cuantos goles de campo?”.

Las cabezas se enderezan. Ahora he logrado su atención.

Empiezo por escribir en el pizarrón todas las maneras de anotar en fútbol americano, y cuántos puntos consigue un equipo en cada una: 6 por un touchdown, 3 por un gol de campo, 2 por una autoanotación y 1 (patear por un punto extra) o 2 (anotación por carrera o pase) para una conversión después del touchdown.

Emocionados, los estudiantes comienzan a discutir cómo los Delfines podría haber empatado el juego. Después de un rato de vacilaciones, acuerdan que un touchdown, patear por un punto extra y dos goles de campo era la mejor solución para empatar el juego. (6 + 1 + 3 + 3 = 13 puntos). Aunque un gol de campo y 5 autoanotaciones hubieran sido algo maravilloso de ver (3 + 2 + 2 + 2 + 2 + 2 = 13 puntos).

Si usted tiene un hijo al que no le gustan las matemáticas o le resultan difíciles, algo que puede hacer es relacionar las matemáticas con su vida diaria y sus intereses. Esa conexión con el mundo real puede hacer que el niño se emocione y se motive a aprender.

El fútbol es una de mis maneras preferidas de motivar a los niños porque hay, literalmente, un nuevo y divertido problema de matemáticas en cada jugada. Si usted mira un partido con su hijo, puede utilizar esto a su favor.

Haga preguntas sobre cambios en los resultados, las yardas avanzadas o perdidas, el tiempo restante, etcétera. Usted no está resolviendo problemas en una hoja de ejercicios. Esta es una oportunidad para ser el entrenador o el locutor y analizar el juego, mientras refuerza los conceptos matemáticos.

¿Quiere intentarlo? Estas son algunas de las maneras como inicio conversaciones de fútbol y las relaciono con matemáticas:

Situación #1: El resultado es Gigantes 17, Delfines 21. Solo queda tiempo suficiente para que los Gigantes jueguen una vez. ¿Los Gigantes deberían intentar hacer touchdown o patear un gol de campo?

Situación #2: Hasta el momento en el juego, los Gigantes han avanzado 75 yardas en 8 contraataques. ¿Cuántas yardas necesitan para obtener 100?

Situación #3: Los Delfines se encuentra en su línea de 35 yardas. ¿Cuántas yardas les faltan para anotar un touchdown?

Y mi favorita:

Situación #4: Los Gigantes se encuentran en la línea de 30 yardas de los Delfines preparándose para un gol de campo. ¿Por qué el locutor dice que es un gol de campo de 48 yardas?

(Utilice sus equipos favoritos en cualquiera de estos ejemplos.)

Para más ideas sobre cómo ayudar a su hijo en matemáticas, lea otras estrategias que puede intentar en casa.

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